AÑORANZAS

Pues sí que he acertado con el tiempo. Hace un minuto estaba un día de sol otoñal y  ahora y de repente una mano oscura y negra  se ha extendido por el cielo y con música de fondo de truenos amenazantes. Por tanto, va a seguir lloviendo y aquí cuando llueve, llueve de verdad o sea que preparémonos para el diluvio final y por supuesto, preparémonos para que entre otras cosas se joda el Internet y tal como si fuera ayer. No es nada esto comparado a cuando viví en A Costa da Morte (Galicia), allí se iba el internet y la luz varias horas al día.

Eran también tiempos a... y supongo que hace 30 años también pasaba aquí y sino pasaba, pues mejor que mejor. De todas formas mis recuerdos tiene ese sabor añejo de la nostalgia, pues en el fondo echo de menos la intensidad de aquél agreste paisaje, sus temporales, sus olas gigantescas, su naturaleza indomable, sus caídas de luz y como no, sus días claros de sol, esos que asomaban después de la tempestad.

Puestos a añorar, añoro todo mi pasado, desde mi infancia, pasando por la adolescencia y culminando con mi época estudiantil. A veces me entran ganas de coger un avión ya y presentarme sin más en mi entrañable tierra gallega. Claro que me pasa con todos los sitios, ya que hay momentos que quisiera aterrizar en Cádiz y recorrer sus espléndidas playas. Es bueno el añorar y porque significa que por lo menos durante un tiempo has sido feliz allí.