Si yo me subo al carro, ¿quién va a parar el carro?. Yo no, y porque estoy dentro de él y entonces alguien tendrá que pararlo, alguien tendrá que decir ¡Basta!. Como no sea alguien que tenga poderes especiales, lo veo difícil, por no decir, que imposible. Y yo en esto no soy exigente, me da igual un cura, un arzobispo o un monje de clausura y si nos pasamos al lado pagano, me da igual una bruja, un tibetano que flote entre algodones, o que un mago de la tribu de los zapatones.
Ahora nada de gurús y sus películas, nada de pinchazos de muñecos, nada de huesos de muertos, de velas derretidas, de gusanos disecados, de serpientes rellenas de dientes y muelas, nada que me resulte extraño, extraño dada mi cultura. O sea, lo que NO conozco me da cierto yuyu. y eso me pasa desde pequeño y me acuerdo que cuando moría una gallina por vejez o porque se le había atragantado un maíz, aceptaba su muerte y punto y pelota.
Ahora, el día en que aparecía una o varias gallinas muertas sin una causa clara, pero con indicios de que en el gallinero hubo violencia, me entraban sarpullidos. Una alimaña se las merendaba, pero como esa alimaña (que ahora no me acuerdo de su nombre animal, pero que en algún día me acordaré) nunca la veía, porque sólo atacaba a las gallinas de noche, ese desconocimiento me producía vértigo y pánico y tiraba a pensar, que algo extraño había ocurrido. Pensaba en un monstruo, pensaba en que la Abeja malla había descendido del cielo, yo que sé, pensaba en algo que me daba miedo.
Ahora nada de gurús y sus películas, nada de pinchazos de muñecos, nada de huesos de muertos, de velas derretidas, de gusanos disecados, de serpientes rellenas de dientes y muelas, nada que me resulte extraño, extraño dada mi cultura. O sea, lo que NO conozco me da cierto yuyu. y eso me pasa desde pequeño y me acuerdo que cuando moría una gallina por vejez o porque se le había atragantado un maíz, aceptaba su muerte y punto y pelota.
Ahora, el día en que aparecía una o varias gallinas muertas sin una causa clara, pero con indicios de que en el gallinero hubo violencia, me entraban sarpullidos. Una alimaña se las merendaba, pero como esa alimaña (que ahora no me acuerdo de su nombre animal, pero que en algún día me acordaré) nunca la veía, porque sólo atacaba a las gallinas de noche, ese desconocimiento me producía vértigo y pánico y tiraba a pensar, que algo extraño había ocurrido. Pensaba en un monstruo, pensaba en que la Abeja malla había descendido del cielo, yo que sé, pensaba en algo que me daba miedo.

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