SÍMBOLOS PRIMARIOS

O me espabilo o me acabarán comiendo las musarañas. O me pongo las pilas o vendrá algún buitre y me comerá los ojos. Como me deje llevar un solo instante y de nuevo abra los ojos, puede que esté al otro lado de la película o sea que puede que os escriba desde el otro lado de la frontera. La única frontera que realmente existe, la frontera entre la vida y la muerte, las demás son aditivos interpuestos por las mezquindades humanas.

En cambio de intentar entender que hay al otro lado de la frontera y para así romper las barreras de esa frontera, nos dedicamos a poner más fronteras por el mundo. Parcelamos todo lo que vemos, ponemos muros, ladrillos y vallas de espino y decimos, esto es lo mío y lo tuyo es eso otro. Después y con el paso del tiempo, le ponemos un nombre y un himno y una bandera y ya está, ya está echa la patria patriotera, el feudo de uno y de tu parentela.

Y a pelear se ha dicho, oye vecino has movido una piedra de sitio, oye fulano no toques mi muro cuando pases por el camino, oye tío saluda a mi bandera, oye no escuches al vecino del otro lado, escúchame a mi, que soy más vecino que nadie. ¿Infantilismo?, pues puede que lo sea, aunque un niño no se pelea hasta matar por su patria o por su bandera. Podía definirse mejor, como un estado embrinario, un estado en donde el cerebro aún no está lo suficientemente desarrollado y se queda así, en estado catatónico, pues sólo ve banderas, fronteras y demás símbolos primarios.

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JULIO CORTÁZAR