Lo del teléfono sí que no lo supero. Acabo de salir de guardia y suena el móvil y pienso que tengo que salir a la puta calle a recoger un medio fiambre y para darle un soplo de vida. No sé, creo a eso le llaman deformación profesional. Pero así es la vida y cuando es así, hay que joderse con ella. Por lo menos te queda el consuelo de lo contento que te pones cuando te das cuenta que ya no estás de guardia, que está otro y que además, ¡qué se joda!.
Que sí, que el compañerismo y todas esa cosas que suenan a demagogia, porque en realidad tu pensamiento es claro, yo ya no estoy de guardia y el marrón ya le cae a otro. Porque ¡hostia!, otra cosa no, pero la responsabilidad en mi curre pesa dos quintales y sin darte cuenta poco a poco te vas haciendo chepudo. Que yo no fabrico tornillos, ni pongo pintura a los coches, yo tengo a una persona delante y además, le tengo que poner arreglo.
Y a veces ante ese brete, te entran ganas de escaparte. Que allí sobre un suelo cualquiera hay un medio cadáver y estás tú y tus manos y las de tu equipo, pero eres tú el que toma las decisiones, eres tú el que dice: ponle esto y ésta velocidad y otro tanto de lo otro y según vaya el fulano, pues le seguirás poniendo más o menos. ¡Y es que tienes una vida delante!, es que tienes a un ser humano que desea seguir viviendo y ahí nunca está Dios, ahí no se moja, ni aparece. El único dios que hay en ese momento eres tú, tú cerebro y tus manos y si metes la pata... nunca tendrás consuelo, porque el estado hacia la muerte es irreversible y ya no tiene vuelta de hoja. Esa muerte quedará grabada a fuego lento en tú conciencia y por los siglos de los siglos y amén.
Que sí, que el compañerismo y todas esa cosas que suenan a demagogia, porque en realidad tu pensamiento es claro, yo ya no estoy de guardia y el marrón ya le cae a otro. Porque ¡hostia!, otra cosa no, pero la responsabilidad en mi curre pesa dos quintales y sin darte cuenta poco a poco te vas haciendo chepudo. Que yo no fabrico tornillos, ni pongo pintura a los coches, yo tengo a una persona delante y además, le tengo que poner arreglo.
Y a veces ante ese brete, te entran ganas de escaparte. Que allí sobre un suelo cualquiera hay un medio cadáver y estás tú y tus manos y las de tu equipo, pero eres tú el que toma las decisiones, eres tú el que dice: ponle esto y ésta velocidad y otro tanto de lo otro y según vaya el fulano, pues le seguirás poniendo más o menos. ¡Y es que tienes una vida delante!, es que tienes a un ser humano que desea seguir viviendo y ahí nunca está Dios, ahí no se moja, ni aparece. El único dios que hay en ese momento eres tú, tú cerebro y tus manos y si metes la pata... nunca tendrás consuelo, porque el estado hacia la muerte es irreversible y ya no tiene vuelta de hoja. Esa muerte quedará grabada a fuego lento en tú conciencia y por los siglos de los siglos y amén.
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