LA MALDAD

La prueba de soy malo y de que somos malos en general, es que hoy leyendo un artículo de una bloguera, que la sigo y con admiración y envidia, pues ha tenido uno de esos fenómenos, que se llama efecto viral y por tanto su audiencia está por las nubes, que observé que llega como tres, cuatro o cinco artículos que suenan a patatero y la admiración perdió enteros y en cambio, la alegría por hecerlo mal, subió como la espuma. Y esto es así y es así de duro y es que la maldad brota a la mínima ocasión y de alguna manera se torna vengativa. Jodete tía, chupa un poco de humildad, aprende lo que es no levantar cabeza y además pasa que yo empleo más horas que tú en la escritura y tú en cambio como una estrella del firmamento, ganas a la audiencia por cerrar las pestañas y quitarte las legañas.

De todas maneras me estoy expresando a lo bruto, a los más visceral, al estilo más ruín y primitivo, porque intento compensarme, intento dar una de cal y otra de arena y entonces es cuando me pregunto: pues tío, porque la lees. Porque me gusta su forma de escribir, me gusta su estilo tirando a faltón pero educado, me gusta como rompe normas sociales, como usa los verbos y los adverbios, pero después de éste baño pelotero, el resultado final, es que le tengo muchas ganas o sea, que deseo que falle o que flojee y porque el tener esa sensación, me insufla de ánimos. ¡Así de triste es la vida!.

La vida está llena de contradiciones y un buen sentimiento a la mínima de cambio, puede cambir de sitio, que normalmente es hacia la maldad cruda y dura. Y salvo a los que van por la vida de políticamente correctos, a los demás humanos nos puede la envidia y porque somos de sangre caliente o porque está escrito en nuestros genes. Además al que va de bueno, no lo aguanta ni dios, pues se hace empalagoso, pesado y atontado. Hay que reclamar nuestra maldad y por una cosa muy sencilla, si conseguimos que salga a lo mejor la maldad no es tan mala.

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