LOS CIRCOS Y LOS POLÍTICOS

Yo sigo a lo mío y lo mío es, el escribir y el seguir escribiendo. Me acabo de dar una vuelta por las famosas redes sociales y veo que el horno no está para bollos. Repeticiones cansinas sobre los partidos y sus temitas electorales, bueno, ahora nos toca en España y mañana tocará en Uruguay o en EEUU y tanto votar y elegir y ¿para qué?, para hacer el paripé que estamos ejerciendo nuestro derecho de voto y porque el que salga ganador, ya se pasará por sus partes nuestros votos y esperanzas y es más, se limpiará el culo con nuestras ilusiones más humanas. Duro llegar a ésta conclusión, pero más dura será la caída si seguimos pensando que esto es una democracia de cuento.

¡Hombre! yo prefiero esto a otra cosa, pero eso suena a conformismo, a que más vale quedarse con lo que ya conoces y dentro de los malo, es lo menos malo. Pues puede ser, pero yo no sé vivir sin ladrar al cielo y sin clamar por tantas injusticias. Desde luego viviría mejor si fuera más atontado y si me creyera que su circo, es nuestro circo y que con mi voto, ellos van a dar de comer a los Leones. Los circos ya todos los conocéis y son un puto falserío bajo una gran carpa llena de penosos agujeros, los Leones están sobados de tanta droga dormidera y el domador no doma ni a una mosca. Los Payasos son de pena y producen grandes e inmensos llantos y desde su primera actuación, hacen lo mismo, que es ejercer de Payaso.

Los circos siempre me dieron pena y eso que mi Padre se cuidaba de llevarme a todos y porque tenían que gustarme. Y yo con sólo ver la trastienda del circo, con ese aspecto sucio y mugriento y esos animales salvajes muertos de miedo y con esa pobre mirada de no entender nada, me entraba el mayor de los vértigos, el vértigo que te da la pena y la tristeza y siempre y siempre estuve tentado de abrirles las jaulas y venga animales iros para vuestras casas que aquí no pintáis nada, pero en el momento en que estaba más tentado, siempre llegaba mi padre y de la mano me llevaba a ver la tortura del Circo y en consecuencia, siempre y siempre salía DEPRIMIDO.

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JULIO CORTÁZAR