LAS COSAS DE LA SUERTE

Acabo de llegar de tomar un café, un café que a éstas horas del día nunca tomo y lo hago por eso de no excitarme demasiado y el no ponerme siroco. Pero fui a comprar tabaco y al entrar en el bar me llegó ese olor a café, a sabroso café y entonces, se desató la tormenta y me tuve que tomar no uno, sino dos cafés calentitos. Y las conversaciones en el bar, giraban sobre lo que tenían que girar o sea, sobre la Lotería de Navidad y la mala suerte que tenemos. Me entra cierta satisfacción cuando escucho que la gente se queja por su mala suerte y porque yo a éstos premios loteros apenas le concedo un crédito, pues yo me gastado solo 10 euros y eso a muchos le producía risa, pero después de que no les haya tocado nada después de gastarse de media entre 50 y 100 euros, ya no les hace tanta gracia y en consecuencia, soy yo el que me río.

Tampoco me río a desatadas y ostentosas carcajadas, me llega con poner una sonrisa entre burlona y cínica y en cambio por dentro, me estoy escarallando de la risa. Es que no es cuestión de pisotear al enemigo, es cuestión de pisotearlos con suma delicadeza pero de una forma machacona y constante. Ahora, hay que reconocer que ésta vez he tenido un gran fallo y es el no haber comprado el número de lotería de mi Curro y por esa dejadez que solo tenemos los confiados, porque si llega a tocar, las risas que le entrarían a mis compañeros serían eternos tormentos. Y yo teniendo que ir a currar y ellos mientras tanto tocándose los huevos y llenos de pasta y de yates y de aviones y de toneladas de farlopa.

Hay cosas que no se pueden ni se deben saltar y tal y como la Lotería del Curro, la Lotería del Bar al que voy a desayunar todos los días y con eso llega, por lo menos a mi me llega, pues soy poco ambicioso en éstas lides de la suerte. Y por esa misma razón, creo que me va a tocar la Lotería algún día, pero aquí se presenta otro problema y que es el que conserve el boleto, pues hoy me costó dios y ayuda encontrar el único boleto que había jugado y además, como esto me pasa todos los años, puede ser que cuando me toque, que simplemente no encuentre el boleto. Y entonces sí que me arranco los Hígados, me como mis huevos y me cuelgo de un pino.

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JULIO CORTÁZAR