No todo es negro, pero tampoco todo es blanco y hay mucho gris y hay muchos tonos intermedios y hay muchas miserias inconfesables, aunque el concepto de inconfesable ya no existe para mi y porque no tengo nada que esconder, pues yo ahora soy como el agua: soy traslúcido, soy transparente y soy insípido y soy insípido, porque cuando te muestras tal como eres, no hay sabores que te identifiquen como persona y puede que el tema esté en la sal que lleves encima o en la sal de la vida y que en éste aspecto yo soy demasiado salado y porque la vida me desborda. Me gusta tener esa sensación de desborde, de que me puedan más los acontecimientos diarios que mis propios pensamientos y que sí, que me hacen ir por detrás de las cosas, pero no por ser vago y apagado, sino por lo contrario, por tener tanto y tanto en que pensar, que sólo puedo demostrar agradecimiento.
Yo nací para la guerra y para la guerra mundial y la diaria y me gustan las épocas de paz y porque me gusta el mar en calma, pero me gusta el mar en calma después de los temporales o sea, no me gusta el estado de en calma permanente y porque sé que ahí afuera cuecen habas y buenas y malas historias y que por tanto, mi paz interior es temporal. Yo a lo largo de mi vida no recuerdo muchos momentos de paz absoluta, pero sí relativa, pero absoluta absoluta, pues no. La vida te exige que te pronuncies continuamente y no te pide que lo blanco que sea blanco o que lo negro sea negro, pero casi. Tú a la vida no le puedes ir con el cuento de los aplazamientos y vida espera a que esté en un mejor momento y ya te diré cosa más adelante.
La vida te pide decisiones y que de una vez, te mojes y sino lo tienes claro, te deja un pequeño margen y cada uno sabe perfectamente cual es el margen concedido y sabes cuando llegas tarde o cuando llegas antes de tiempo. El tren de la vida pasa, pero también espera en sus paradas y como ese tiempo es relativo, también es relativo el tiempo de tus decisiones. Además existe el derecho a equivocarse y porque de la equivocación vivimos y respiramos y si te equivocas, pues te jodes pero supongo que de ahí algo has aprendido y sino has aprendido, es que no tienes remedio y a partir de ese momento, da igual que te mojes o que no te mojes en la vida y porque las indecisiones se las lleva la corriente.
Yo nací para la guerra y para la guerra mundial y la diaria y me gustan las épocas de paz y porque me gusta el mar en calma, pero me gusta el mar en calma después de los temporales o sea, no me gusta el estado de en calma permanente y porque sé que ahí afuera cuecen habas y buenas y malas historias y que por tanto, mi paz interior es temporal. Yo a lo largo de mi vida no recuerdo muchos momentos de paz absoluta, pero sí relativa, pero absoluta absoluta, pues no. La vida te exige que te pronuncies continuamente y no te pide que lo blanco que sea blanco o que lo negro sea negro, pero casi. Tú a la vida no le puedes ir con el cuento de los aplazamientos y vida espera a que esté en un mejor momento y ya te diré cosa más adelante.
La vida te pide decisiones y que de una vez, te mojes y sino lo tienes claro, te deja un pequeño margen y cada uno sabe perfectamente cual es el margen concedido y sabes cuando llegas tarde o cuando llegas antes de tiempo. El tren de la vida pasa, pero también espera en sus paradas y como ese tiempo es relativo, también es relativo el tiempo de tus decisiones. Además existe el derecho a equivocarse y porque de la equivocación vivimos y respiramos y si te equivocas, pues te jodes pero supongo que de ahí algo has aprendido y sino has aprendido, es que no tienes remedio y a partir de ese momento, da igual que te mojes o que no te mojes en la vida y porque las indecisiones se las lleva la corriente.
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