Hoy es un día normal en mi vida, un día cualquiera del mes de Abril y que podía ser mejor y porque siempre puede ser mejor o peor y por el mismo razonamiento anterior, pero digamos que el día se busco su punto intermedio y ahora navega entre dos aguas, pero eso sí, sin comerme el coco y a pesar de que no me guste navegar entre dos aguas. Y yo lo achaco al cansancio o a la dejadez del momento y porque hoy me levanté con ganas de pasar página y la verdad, es que no sé que página tengo que pasar y poco a poco se me fueron las ganas de pasar página y por la sencilla razón, de que no tenía página que pasar. Yo solito me he metido en un lío y te levantas con ganas de cambiar el no se qué...y después, decidí tomarme el día en plan tranquilo.
Hay días en que te dominan las sensaciones y tienes necesidad de querer u odiar a alguien o simplemente coger el hacha de guerra y salir a la calle a que rueden cabezas. Bueno en mí, ésta última sensación no es nada extraña, la de sentirme guerrero y buscando guerra. Y si hago balance entre días tranquilos y días aguerridos, la balanza siempre se inclina del lado guerrero y yo la paz del señor me la paso por el culo y la paz de los jipis y la paz de los santurrones. Vamos que un día al año no hace daño y un día al año en que me encuentre pacífico, no altera mi biosistema habitual, que es la guerra y la guerra sangrienta.
Hay que reconocerse a si mismo y saber de que pie cojeas y al final concluyo, que me gusta mi trabajo por los riegos de sangre y por los trozos de huesos que se desparraman por los aires. Y creo que ahí el tema de la cuestión y dejémonos de monsergas filosóficas y trascendentales y que yo me hice médico de emergencias porque sentí la llamada del señor. Y ¡una mierda!, yo sentí la llamada de la sangre y de los trozos de carne y ¿donde podía mejor?, pues muy fácil, si a los vampiros les gustan los grandes castillos y los cuellos con grandes venas, pues a mi me gusta el olor y el color de la sangre y por eso y solo por eso, aterricé con mi platillo volante en medio de una gran accidente de tráfico y sesos y ojos y huesos rotos...y entonces ahí comprendí, lo que iba a hacer con mi vida.
Hay días en que te dominan las sensaciones y tienes necesidad de querer u odiar a alguien o simplemente coger el hacha de guerra y salir a la calle a que rueden cabezas. Bueno en mí, ésta última sensación no es nada extraña, la de sentirme guerrero y buscando guerra. Y si hago balance entre días tranquilos y días aguerridos, la balanza siempre se inclina del lado guerrero y yo la paz del señor me la paso por el culo y la paz de los jipis y la paz de los santurrones. Vamos que un día al año no hace daño y un día al año en que me encuentre pacífico, no altera mi biosistema habitual, que es la guerra y la guerra sangrienta.
Hay que reconocerse a si mismo y saber de que pie cojeas y al final concluyo, que me gusta mi trabajo por los riegos de sangre y por los trozos de huesos que se desparraman por los aires. Y creo que ahí el tema de la cuestión y dejémonos de monsergas filosóficas y trascendentales y que yo me hice médico de emergencias porque sentí la llamada del señor. Y ¡una mierda!, yo sentí la llamada de la sangre y de los trozos de carne y ¿donde podía mejor?, pues muy fácil, si a los vampiros les gustan los grandes castillos y los cuellos con grandes venas, pues a mi me gusta el olor y el color de la sangre y por eso y solo por eso, aterricé con mi platillo volante en medio de una gran accidente de tráfico y sesos y ojos y huesos rotos...y entonces ahí comprendí, lo que iba a hacer con mi vida.
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