Maldita sea mi estampa, esta tarde me acabo de tomar dos cafés y ahora estoy como una moto, una moto gp al lado de la mía, se queda pequeña. Cabalgo o mejor dicho mi corazón cabalga y tengo la sensación de que yo voy detrás de él. Y eso que sabía que no debo tomar café por las tardes. Soy demasiado terco y cabezota y hoy se me había un café por la médula y se depositó en el Cerebelo. Tampoco pasa mucho, pero también es verdad que no me gusta nada la sensación de moto. En general la potencia me gusta muy poco, ni en los motores de coche, ni en las lanchas, ni en las motos, bueno salvo una excepción, en los aviones sí me gusta la potencia y el que levanten vuelo cuanto antes.
Claro, que no hay que confundir la potencia con un motor revolucionado, que es como realmente estoy, revolucionado y alborotado. Ya no me acordaba de éstas sensaciones y espero no volver a tenerlas en mucho tiempo. Por mi esperaría hasta mi muerte y una vez que estuviera muerto si me quieren dar un baño de café dentro de una piscina, sería su problema, que no el mío, el mío sería convertirme en cenizas y hasta que el viento del Norte las esparciera. Yo quiero que mis cenizas se lancen al vacío en un día de temporal del Norte y que sea desde lo alto de un precipicio. Bueno, dejo hacer un plan B, mi plan B, que consiste en esparcir mis cenizas en una noche con Luna llena.
Al final sé que mis cenizas acabarán en el mar, todo acaba en el mar, la vida acaba en el mar, los ríos acaban en el mar, la nieve acaba en el mar y yo acabaré en el mar. No voy a ser la excepción a la regla, aunque me gusta ser la excepción en muchas cosas, pero en éste caso, no. Porque amo el mar y no sé, me reconforta la idea de acabar en los fondos submarinos, bueno, si antes no me han comido los peces, pero que podría decirles a los peces, pues mis queridos peces ¡que os aproveche!.
Claro, que no hay que confundir la potencia con un motor revolucionado, que es como realmente estoy, revolucionado y alborotado. Ya no me acordaba de éstas sensaciones y espero no volver a tenerlas en mucho tiempo. Por mi esperaría hasta mi muerte y una vez que estuviera muerto si me quieren dar un baño de café dentro de una piscina, sería su problema, que no el mío, el mío sería convertirme en cenizas y hasta que el viento del Norte las esparciera. Yo quiero que mis cenizas se lancen al vacío en un día de temporal del Norte y que sea desde lo alto de un precipicio. Bueno, dejo hacer un plan B, mi plan B, que consiste en esparcir mis cenizas en una noche con Luna llena.
Al final sé que mis cenizas acabarán en el mar, todo acaba en el mar, la vida acaba en el mar, los ríos acaban en el mar, la nieve acaba en el mar y yo acabaré en el mar. No voy a ser la excepción a la regla, aunque me gusta ser la excepción en muchas cosas, pero en éste caso, no. Porque amo el mar y no sé, me reconforta la idea de acabar en los fondos submarinos, bueno, si antes no me han comido los peces, pero que podría decirles a los peces, pues mis queridos peces ¡que os aproveche!.
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