El tiempo...el puñetero tiempo es nuestro gran juez. El tiempo es implacable y durante un tiempo admite dudas y titubeos, pero llegado su momento de dictar sentencia, lo hace de forma implacable y autoritaria. Además, el tiempo no necesita pedir perdón de nada. Lo hecho hecho está y punto y lo que no hiciste y dejaste de hacer, pasa a formar parte de una anécdota que no altera el hilo de los hechos. Yo pude haber hecho otra cosa y haber reconducido todo, pero como no lo hiciste y además nadie lo apuntó, al final no aparece en los registros. Las buenas intenciones están hechas para los que van de santurrones o santurronas y además están hechas, para tapar la boca de su puta conciencia.
Los resentimientos son los que duelen y porque estos si que dan mordiscos dentro de tu penosa conciencia. La rabia te eleva y te enaltece y los resentimientos son los perros que llevan la rabia. También el tiempo te pone desnudo ante el espejo y para que veas lo que has hecho con tu cuerpo. El Alma ya es otra cosa, el Alma carece de reflejo en el espejo y en tal caso la meditación transcendental (por llamarle de alguna forma) y desapasionada te pueden ayudar a orientar su posible destino. Pero no creáis que mucho, el Alma va por libre y no hay método ni forma de poder controlar su eficacia o su ineficacia. Los problemas del Alma son los que más duelen y son los más difíciles de ser digeridos.
El tiempo es ley divina y una vez que el tiempo ha decidido y por formar de un gran salto cualitativo, no hay posible vuelta atrás. Los pequeños tiempos anteriores eran las sumas de pequeños saltos cuantitativos que por si mismos no deciden nada, pero al llegar a un salto cualitativo, ya cambia la cosa y el tiempo es el que decide cuando dar de una vez por todas, ese puto salto mental, corporal y de comportamiento, que una vez realizado, no te da opción a la marcha atrás...
Los resentimientos son los que duelen y porque estos si que dan mordiscos dentro de tu penosa conciencia. La rabia te eleva y te enaltece y los resentimientos son los perros que llevan la rabia. También el tiempo te pone desnudo ante el espejo y para que veas lo que has hecho con tu cuerpo. El Alma ya es otra cosa, el Alma carece de reflejo en el espejo y en tal caso la meditación transcendental (por llamarle de alguna forma) y desapasionada te pueden ayudar a orientar su posible destino. Pero no creáis que mucho, el Alma va por libre y no hay método ni forma de poder controlar su eficacia o su ineficacia. Los problemas del Alma son los que más duelen y son los más difíciles de ser digeridos.
El tiempo es ley divina y una vez que el tiempo ha decidido y por formar de un gran salto cualitativo, no hay posible vuelta atrás. Los pequeños tiempos anteriores eran las sumas de pequeños saltos cuantitativos que por si mismos no deciden nada, pero al llegar a un salto cualitativo, ya cambia la cosa y el tiempo es el que decide cuando dar de una vez por todas, ese puto salto mental, corporal y de comportamiento, que una vez realizado, no te da opción a la marcha atrás...
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