VIVIR

                            Yo podía ser el rey del mambo (eso se dice siempre cuando no tienes nada) y en cambio decidí volver a tocar tierra. Digamos que pasé del silencio del Universo a contaros lindos versos a la medianoche. Porque un tiempo en órbita, estuve y mira que me perdí cosas y cosas, pero también aprendí a que lo perdido se ha muerto y entonces, todas mis ganas están enfocadas a vivir lo mejor posible. Que tampoco necesito vivir de lujo, digamos que cómodamente pero si ese pijerío lujoso que lucen los nuevos ricos. Yo no quiero un Yate a todo lujo y en tal caso de querer un algo, lo querría a vela y de madera (en esto soy muy anticuado). Tampoco necesito un Ferrari a todo lujo, porque me parecería un desfase y otra forma de tirar el dinero. 

                           Yo me pediría un chalet con vistas al mar y al océano y ya puestos, ese sería el chalet del verano y el del invierno que estuviera metido en el meollo de un bosque. Dos chalets y punto. La casa de ciudad se la dejaría para otros, yo estoy cansado de vivir en ciudades sin orden y sin ley (aunque en realidad, lo del orden y la ley, me importan el mismo carajo). Pero bueno, me refiero a ciudades donde es difícil convivir y vivir y por su denso tráfico y por sus inmensos ruidos y por sus nubes de mierda tóxica que te nubla la vida. Todo es super agresivo en una ciudad de las grandes. Siempre tienes que ir con la escopeta cargada y con los cinco sentidos en plan alerta máxima. Y eso y perdonen lo que les digo, eso no es vivir y disfrutar. Ni metro, mi buses, ni motos, ni coches a toda hostia y siempre, pitando.

                          Mi mundo sería de mar o de campo o de bosque o de alguna de éstas cosas juntas, que tampoco voy a ser tan sibarita. Ahora bien, lo pijo y ostentoso, fuera de mi puta casa. Me apetecería que tuviera un hermoso Jardín y un trozo de huerto (tampoco mucho, porque después toca currarlo). Pero un jardín lleno de hermosas flores de todo tipo. Y por supuesto, una parte del terreno dedicada a los árboles frutales (un melocotonero, uno o dos ciruelos, un manzano, un peral, un limonero lunero, un níspero, un Loureiro (laurel), un membrillero y toda ésta zona rodeada de una parra de la mejor viña. Vino de la casa como en los mejores tiempos de mi infancia.

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JULIO CORTÁZAR