Las lenguas mueren
si el cuerpo muere
y el alma desaparece.
Lo escrito se queda,
lo hablado se entumece,
lo pactado se olvida
y entonces...
la muerte prematura se aparece.
Las ideas son disparos de luz cegadora.
Hubo un tiempo
en que mi vida fue un desastre natural.
Vivía frente al mar
pero no lo miraba.
Mal soñaba,
me despertaba a medianoche
y siempre bañado en fríos sudores.
A la angustia la metía en mi cama
y el dolor era mi almohada.
Y así fue y hasta que un día se apareció la luna,
tenía cara risueña,
vestía harapos de luna llena,
y me decía...
¡Oye! espabila de una vez,
no tienes seguro de vida,
nadie va a responder por ti,
y no te has dado cuenta
pero el pozo en el que te has metido
ha empezado a florecer.

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