
Yo miro al cielo
en busca de aves y otros animales que se atreven a volar,
yo en su día, volé
y volé sin alas y sin raros plumajes.
Yo volé como el que vuela dentro de una burbuja de aire,
de sol a sol
y a lomos de mi ilusión desbordante.
Yo volé y volé sin miedo,
el vértigo se hizo amigo mío,
la náusea se pasó al lado bueno
y las arcadas me sirvieron de acelerador.
Ahora,
he dejado de volar,
ahí arriba
hacía mucho frío
y mi rechinar de dientes
y mis escalofríos
se hicieron tan grandes,
que aún sigo temblando.
Pero estoy seguro
que antes de emprender mi último viaje,
volveré a volar.
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