
Mi eterna duda
es mi eterna duda,
por eso... siempre ha sido y será
mi eterna duda de dudar.
Podía ser al revés,
y entonces,
no dudaría de dudar.
Sería un tío con paso seguro,
un menda con dos cojones colgando
y como melones que penden de una enredadera del cielo
y sería en un día nublado
y cerca de la costa.
Sería un imbécil pretencioso,
con muchas baba en el cerebro,
con dos higos a modo pendientes,
con dos cerezas en mis cuencas,
con aire comprimido en los tímpanos
y en la trompa de eustaquio.
Sería como el capitán trueno,
en una mano llevaría el látigo
y en la otra, mi pistola de rayos laser,
y mientras descendía de las alturas,
me iba escogiendo
mis posibles pobres víctimas.
Al final y pase lo que pase,
siempre se muere el protagonista
que en éste caso, sería yo
y entonces,
empezaría otra película muy distinta
y que ahora,
no os la puedo contar.
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