LOS VASOS COMUNICANTES

 

Va quedando menos para llegar al final de eso que llaman vida. Pero eso ya lo sabemos, cada día que pasa es un día menos o más y según se mire, porque el que vive sufriendo puede que anhele que le llegue la muerte y el que vive feliz como una perdiz y por pura lógica, querrá que la vida se le alargue y hasta el infinito y más allá. Yo no pido ni tanto ni tan poco. Yo pido vida mientras ella respete mi cuerpo y mi mente y por supuesto, mi alma. Y pido que me aceleren los días si el sufrimiento  a partir de ahora, va a cubrir mis días y mis largas noches. Yo no soy de grandes arrechuchos y de demasiadas carantoñas y me resulta extraordinariamente pesado que me estén tocando o besando todo el santo día. Y me gustan los besos, caricias y miradas que te desnudan, pero justo en su punto y ese punto, cada uno se lo marca a si mismo. Nunca vamos a coincidir dos personas con el mismo punto y uno tirará de un lado y el otro tirará del contrario. Pero es igual el tema y porque en el fondo el tema está en compensarse o en equilibrarse y cuando uno tira el otro se deja ir un poco y al contrario, también funciona.

Todo esto es la teoría y la práctica es otra cosa. Los vasos comunicantes se igualan o se equilibran porque se comunican y uno se dice al otro, baja o sube tu nivel. Ahora bien, si uno no escucha al otro, el nivel lo marca cada vaso por si mismo. A mí me contaron que en la historia de la humanidad hubo un millón de veces, donde falló el aspecto comunicativo y así, empezaron las guerras y los grandes malentendidos. No resulta tan difícil no escuchar al que te quiere decir algo y porque no te apetece escucharlo o porque no te da la gana o porque no tienes ganas. Te pueden contar al oído una preciosa y maravillosa historia, pero como tengas el cerebro podrido, de esa bonita historia saldrán pestes por tu boca y lo que era un bonito sueño se convertirá en una verdadera pesadilla. 

Nada es lo que parece y aunque lo que parece sea demasiado bonito. Nos autoengañamos y si lo hacemos con nosotros mismos ¿como es que no lo vamos hacer con los demás?. Además, yo me engaño y si yo me engaño...a tí te voy a engañar mucho más y al último de la fila, ya le estaré contando otro cuento muy distinto. Es la teoría de la bola de nieve, que al principio te cabe dentro de la mano pero a medida que va bajando por la ladera de un monte se acrecienta y se acaba haciendo enorme y lo que era dulce y bonito como una bolita de nuieve, se acabará convirtiendo en un alud que te llevará por delante.




















No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR