No debería escuchar tras las puertas,
ni espiar a través de las ventanas,
que atravesara mis deseos
y los pusiera en orden de más a menos.
Un orden en donde primara el caos
y los instintos más primarios de los seres humanos.
En realidad de lo que se trata
es de mecer y acunar los sentimientos,
y de rodearlos de hojas de laurel.

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