Nadie me va a arrastrar
por las veredas inseguras que se adentran en los bosques,
yo escogí el camino trazado por el dedo del amor
y floté sobre él
y hasta que me perdí en su cámara oscura.
Nadie se salva de la quema
ni el más listo de la tribu
ni el más atrevido
ni el más osado.
Ya se sabe de que va esto
vivir para después, morir
amar para después, desandar lo andado
y querer para después,
volverte a querer a tí mismo.
Y nunca salimos de ese bucle.
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