Al inicio del descenso
me adelanté a todos
solté pedales y piernas
apreté los gemelos con todas mis fuerzas
y con mis dientes mordí los labios.
Me ví cerca de la victoria
la ví en mi mano
al tiempo que mi mano sujetaba la copa
y justo cuando llegaba a meta
desperté de mi sueño.
Tenía resaca de victoria,
el paladar pegado al cielo de mi boca
los labios secos y agrietados
y el latir de mi corazón estaba desbocado
ritmo frenético y alma de fuego,
yo me sentí campeón
y enseguida me dí cuenta,
de que seguía sentado.
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