Tal vez cuando te conocí no lo pude comprender,
no comprendí que tú eras la estrella
y yo el invitado de tu programa,
que tú eras la reina de los mares
y yo el bufón de tu reinado,
que tú eras el águila real
y yo la serpiente que se arrastraba bajo el agua
no lo comprendí..., pero sí que lo intuí...
intuí que tu perfume era la misma esencia del diablo,
intuí que tus pupilas eran como dos dagas afiladas,
y ese hablar y esa cadencia tan dejada y tan estudiada
no eran productos inocuos y casuales,
era en sí...el principio del fin,
era el siseo que precede al ataque total y definitivo
era el colmillo retorcido
y eran las ganas que tenías de morderme en la yugular.
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