Tu cara podía ser la mía,
pero no señor, no es la mía.
tu cara es diferente,
la tuya tiene brillo,
la mía a veces, es triste
y en otras, galopa sobre las risas
y es dura como la vida en sí misma,
y es opaca cuando se nubla la vista,
y es risueña cuando alguien le sonríe.
Mi cara es tierna en los atardeceres,
y es grotesca en los amaneceres,
es liviana cuando el viento la acompaña,
es húmeda cuando algo le suda,
y es sincera cuando la verdad lo requiere.
Es mi cara,
es mi cara que no la tuya,
mi cara verdadera, sin máscaras,
ni ornamentos, ni pinturas de guerra,
mi cara llena de surcos y arañazos,
mi cara envejecida y de pergamino,
descamada y agrietada.
Pero mi cara es mía,
y yo la reivindico,
con todas las consecuencias,
la reivindico,
con sus heridas de balas,
con sus bolsas ojerosas,
con sus cicatrices de mil batallas.
para eso es mi cara,
y es lo que me identifica
mi cara tatuada,
con las marcas que la vida me ha dejado.
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