Y conforme avanzo en el tiempo
retrocedo por el túnel del tiempo
y cuando pienso que he dado un paso hacia delante
en realidad voy en retroceso
y caigo en la cuenta de que tengo 69 años
y de cada vez,
creo que retrocedo más y mejor.
Es decir
que me acuerdo de más cosas
que las vivo con más intensidad que hace unos años
que me visto de niño con mi polo gris
(el que tenía para los domingos)
que voy en bicicleta por aquellos senderos rodeados de viñedos
que acaricio a mi perro preferido
y el que siempre iba a la playa conmigo
que me rebelo y me escapo de casa
que corro y me caigo al suelo
que me duele aquella herida en la rodilla
que abro la ventana y escucho el rugido del mar
que vuelvo a fumar debajo de la parra
que pienso y ¿para que sirve dar un beso?
o como decirle a alguien me gustas
y porque estabas enamorado de su sonrisa
y como fue tu primer beso en los labios
y que sentiste al desabrocharle el botón de su camisa
y el tacto de su piel suave y tersa
y como se erizaban sus pezones
y como al calor de una noche de verano
tu mano se deslizaba bajo su falda
y hasta tocar un húmedo charco que olía raro
y porque ese olor no estaba dentro de tu memoria olfativa
pero era muy fácil de incorporar
y desde ese día y cada vez que lo olías
era como parte de una terapia aromática.

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