Y los que andan por la vida
con esa cara de nunca haber roto un plato
y los que se hacen los amorfos, inertes e insípidos
y que deambulan por las calles de mi pueblo
y en busca de algo
que por cierto, nunca van a encontrar.
¿Qué hacemos con todos ellos?
les damos de comer aparte
les ponemos auriculares con música heavy
y para ver si se pone a bailar la única neurona que les queda en pie
o simplemente, los ponemos en fila india
y delante de un funcionario que apunte sus nombres
y por supuesto que anote todas sus penas.
Nada se puede hacer con el que no quiere cambiar
y al que prefiere la nada
antes que los colores que nos brinda la vida
y puestos a decir algo más sobre ellos...
que no murmuren tanto cuando se sienten seguros
de que hay nadie a su alrededor
y lo digo, porque a veces se escucha una especie de zumbido
que aturde nuestros sentidos
y no se puede escuchar bien todo lo que dicen nuestros pensamientos

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