Yo escogí este oficio,
digo...el de ser médico,
lo de escribir... vino después,
fue tanto después...
que no me acuerdo del tiempo transcurrido,
sé que han pasado décadas y puede que siglos,
y yo era joven cuando estudié medicina
y ahora soy un viejo escribiendo lo que puedo,
y digo lo que puedo,
y no digo lo que me dejan,
pues hace tiempo que he pasado de imposiciones y leyes sin sentido,
yo prefiero los intercambios de lenguas
y el descubrir las cuevas interiores de cada uno,
yo soy de calidez extrema
y me gusta arrebujarme como un niño recién nacido,
me gusta la calidez de lo humano
y esos dedos que recorren mi espina dorsal
y que al llegar al borde de mi culo se quedan extasiados y
paralizados
y como esperando a que yo les de permiso
y una vez dado,
les dejo que ellos prosigan su camino
hacia ese tesoro que llevo escondido.
Y me encanta retozarme al suave y tibio sol del invierno,
como un lagarto que busca calentar su cuerpo,
además de encaramarme a la roca más alta
y desde allí otear el horizonte,
me atraen las vistas lejanas y sin limitaciones,
como el rayo verde en una puesta de sol,
como tus ojos verdes en un día de sol,
como los míos,
cuando el otoño se aproxima
y así se ponen en modo otoñal.

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