MI DISFRAZ

                Hoy no me voy a disfrazar de nada, pues voy a ir de lo que voy y pongo mi máscara o rictus de cabreo. Alguien me dijo hace poco, que últimamente mi manera de ser o de estar, era de estar cabreado. Y ahora lo que hago es reivindicarlo y por tanto asumo que voy de cabreo. Como si a mi me importara eso, si es más bien lo contrario, me encanta que me digan eso, pues creo que siempre tuve una especie de complejo de ser hacia los demás un buen tío, un tío legal  o una buena persona o esa era la imagen que pienso que daba. Y eso sí que me cabreaba, no soporto que la gente me vea blandito y un angelito, yo siempre quise ser lo contrario, malo de armas tomar e ilegal como el que más. Yo estoy convencido que esa imagen la utilizaba cuando me encontraba inseguro y entonces das esa imagen de blandito y nadie se mete contigo. O sea en el fondo vas dando puta pena.

                                   Recuerdo que a veces cuando iba pasado de priva, la lengua se me hacía viperina y me despachaba a gusto. Tuve problemas con eso, pues al día siguiente no me acordaba de mis pasadas y en cambio la gente de alrededor sí o mejor dicho la gente que había atacado con mi lengua de víbora. Con lo cual queda más que demostrada mi teoría sobre la inseguridad y la blandura de carácter y la transformación que produce el alcohol, pues te crea una seguridad ficticia. Esto que digo yo creo que les suena a todos, pues todo el mundo tuvo un amigo o amiga que le pasaba esto, que cuando privaba se transformaba en lo contrario. ¡Joder! y había cada mosquita muerta que cuando se producía su metamorfosis alucinabas con él o con ella. Personas tímidas y calladitas y que no se alteraban con nada y de repente ¡cuidado!, porque se lanzaban directamente a tu yugular y sin cortarse ni un pelo. De hecho cuando ibas viendo que esa persona ya empinaba demasiado, ibas cogiendo distancia y que le tocara al más atontado su ataque de fiera.

                                        Ahora en cambio, me gusta estar de coña, pues es mi forma de ser, pero de vez en cuando necesito un ataque de autoridad y mostrarme que yo tengo cojones y demostrárselo a los demás y si hace falta me lanzo a la chepa de cualquiera. Ahora ya no me transformo cuando bebo, por la sencilla razón de que ya no bebo, porque no quiero y porque no me da la gana. Quizá sea por mi teoría, pues ahora me encuentro más seguro y no necesito el alcohol para demostrarme nada. Cada uno se lo monta como puede o como le dejan, pero en mi caso, es claro que es como yo quiero. Entonces hoy no me disfrazo y salgo con mi cara de cabreo y punto y pelota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR