SUICIDIO

                     Y hoy he resurgido de mis cenizas y ahora ya no hay nadie que me pare, o sea que os voy a castigar fuerte. Sólo tengo un problema, que me duele la cabeza y me duele tanto, que hasta la luz me molesta y eso que es luz otoñal, luz apagada y tamizada. Pero bueno es lo que hay y también espero que me haga algo, el analgésico que me he tomado. Por fin por estos lares, ya hay que cerrar las ventanas, pues el frío penetra por ellas. Hasta hace dos días yo vivía de ventanas abiertas y aun así sudaba como un cerdo y después de tantos meses de calor, yo empezaba a contemplar la posibilidad de tener que suicidarme. La verdad, es que el pensamiento de suicidio, nunca lo tuve en mi mollera. Ganas sí, ganas de desaparecer para siempre y dejarme llevar por esa nebulosa del supuesto olvido de la muerte, pero siempre se quedó en eso, en ganas. Y vuelvo a suponer que esto nos pasa a todos, que todos algún día pensamos en suicidarnos, pero que todo se diluyó al cabo de un rato.

                           Y eso que yo tuve momentos que era para matarme y enterrarme en el fondo de la fosa Atlántica y ni aún así, pensé de verdad en el suicidio. Hay algo que te agarra, quizá sea esa mano invisible de la que tanto hablo, puede que sea eso, porque sino no entiendo nada. Porque una idea suicida no se consigue a base de sumar penas ni aspectos negativos de la vida, no señor, no es eso. Una idea suicida a veces surge al mínimo obstáculo y es que a lo mejor tu no estás en ese momento ni para que te den la puntillita, porque el estar saturados y hasta los topes o como también se dice, con el vaso de agua lleno, no es fácil de saber y te das cuenta de que realmente estabas hasta los topes, posteriormente y cuando todo ha pasado. Pero tiene que haber un punto de ruptura dentro de nuestra cabeza, un punto que de momento aún no entendemos, que es lo que nos hace que rompamos por dentro. Porque lo que queda más que claro, que nadie se suicida cuando está mejor que nunca, en tal caso se mata de pasarse con algo, pero eso no es suicidarse. Eso es matarse de estar pasado y de querer vivir ese momento tan alucinante,
 hasta sus últimas consecuencias.

                                 El saber que es un punto de no retorno, quizá sea el argumento de más peso a la hora de no suicidarnos. Porque si fuera retornable, ¿cuántas veces nos hubiéramos suicidado?. Pues yo creo que cientos, por no decir que miles, pero insisto en lo mismo, nunca, nunca llegué a pensarlo a conciencia y espero conseguir seguir así, seguir sin asumirlo y no por limitación ideológica y que por ello, esté en contra del suicidio, pues creo que es un derecho, el derecho de cada uno a hacer de su vida un pandero, sino que lo digo por mi mismo, porque creo que yo merezco la pena y lo digo sinceramente y no para venderme a nadie, lo digo por que así lo siento y lo digo y lo repito, y es porque ahora, sí me quiero.

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JULIO CORTÁZAR