Fuera sigue el frío amenazante, ese frío que se cuela por los huesos, pues aquí siempre lleva su carga húmeda. ¡Joder tío! que quieres si vives en una Isla, me digo a mi mismo, pero ese pensamiento no me quita el frío húmedo de encima. A éstas altura de la película ya no me valen las palabras de consuelo, sólo me valen los hechos y el único hecho que tengo en mi mano, es mi estufa de leña, que mimo y cuido como un primor. Yo la cuida y ella me cuida, nos cuidamos mutuamente y como siga así, me voy a tener que casar con ella. En verano, me divorcio y me caso con la máquina de aire acondicionado.Bueno pues, ahora pensaba en otra cosa. Pensaba en el "bueno pues", como palabras de deje y en éste caso como palabras de inicio. Bueno pues esto y bueno pues lo otro. Son frases o palabras que sirven para arrancar frases y hay personas que se quedaron enganchadas. Yo me quedé enganchado con otras y durante un tiempo creo que largo, me quedé con el "Mira". Mira tú y mira lo otro y mira por donde y mira y mira... y mira. Ahora uso mucho el "Hostia", Hostia tú, hostia que me pasó, hostia se me olvidó, la Hostia que te voy a meter o a dar.
En Galicia era la palabra "Carallo". Carallo para aquí, Carallo para allá, ¡manda Carallo!, o ¿yo qué Carallo sé? o no me toques el Carallo. Vamos que servía y sirve para todo, pero según las palabras acompañantes y el tono en que la uses, le das distintos significados. En Cádiz, era la palabra "Quillo". Quillo paquí, Quillo pallá, ¿que quieres Quillo? y Quillo ¿como te va? o ¡qué hay Quillo! o ¿que pasa Quillo?. O sea que acababas del Quillo hasta los mismísimos cojones.En Menorca, es la palabra "Idó" y no sé su significado, pues pasa eso, que como se usa para todo, no sé lo que quiere decir. Pero sirve de remate de una frase. "Claro que te entiendo, idó" o "está más que claro, idó". Son palabras dejadilla, que sirven para eso, para empezar o para acabar una frase. Lo que sí tiene en común todas, es que de tanto repetirlas y de usarlas para todo, acabas odiando esas palabras o dejes o dejadillas. Pero eso sí, también tienen un poder mágico, pues yo estando en Menorca, escucho un ¡Manda Carallo! y se me sube Galicia entera a la cabeza. Le llaman, "el poder de las palabras".
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