Cuando entro en una de esas crisis "de que me quieran" o de que me quiera alguien, tengo varios mecanismos o formas de actuar diferentes. Lo primero es que no me pongo a ronronear como un gato y no busco una pierna ajena y que me sirva para rascar mi espalda y tal como hace un gato, no señor. Segundo que tampoco me lanzo a la calle y busco el primer hombro ajeno que encuentre y para llorar sobre él mis penas. Tercero, no busco a través de internet mujeres despendoladas, ni en Meetic ni en Darling, ni ninguno parecido y eso que tengo un compañero de curre que me lo recomienda con insistencia. No señor, yo voy por libre o sea que no ligo un carajo.Pero antes de éstas posibles herramientas, tengo otras más próximas. Yo tengo 3 hijos y alguno en ese día estará más susceptible o más cariñoso, de tres uno, tampoco es tanto pedir, que haya uno de tres. Y si esto falla aún tengo otra alternativa, me queda el Perro. El método del Perro nunca falla, pues yo soy el que le da de comer y eso va a misa. Me quiere como sea o me quiere porque le doy la comida y eso es un seguro de vida. Y además en ese tipo de crisis lo que menos te importa es el porqué, lo único que te importa es que alguien te de cariño y punto.

Son crisis emocionales y son necesidades ancestrales. Y por tanto son emociones que estallan y en su mayoría son emociones incomprendidas. Pues no hay nada que lo explique, no hay razones, no hay porqués, solo hay emociones y como tales, son subjetivas. Yo aún tengo suerte de darles salida y de alguna manera colmar mis necesidades cariñosas y espero y espero que siempre pueda cubrirlas. De todas formas aún queda la estufa de leña, el lavavajillas, la lavadora y si hace falta, el mismo coche.
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