LOS MALOS

Cuando veo una película de miedo, me pregunto si eso puede estar pasando. Si el malo es tan malo y tan asesino y los buenos son tan tontos como los ponen en la película. Porque en las películas de miedo, los buenos son tan buenos, que son cándidos. Maldad al cuadrado y bondad al cubo, la regla universal de una película de miedo. Siempre me gustó éste tipo de películas, ahora no me preguntéis el porqué. Puede que sea por esas escenas de susto o por esos instantes de tensión desatada o porque en el fondo me siento identificado con el malo.

Pues puestos a ser malos, yo prefiero al que se le va la olla y se pone a cortar cuellos en rebanadas. O como ese de la matanza de Texas, que con esa motosierra, despedaza cuerpos y destroza cartílagos. Y sangre y cuerpos mutilados es el resultado, y muñones y ojos que se quedan solos o que simplemente  ruedan por los suelos. Si al fin y al cabo, estamos compuestos de piezas y tornillos y el malo hace su papel didáctico y nos ayuda a que sepamos más de Anatomía Humana.

 ¡Joder!, si gracias a ellos, sabemos que los miembros están articulados y que si se separan después ya no se pueden juntar o que un ojo cuando sale de su cuenca no se puede reciclar. O si te separan el cuello del tronco solo te puedes desangrar y que eso no lo pega ni el Loctite. Anatomía humana y enseñanzas prácticas. Y mientras digo esto, en la tele están poniendo una película  de miedo y el malo es muy malo, ¡es malísimo! y tiene toda una colección de cuerpos muertos y bien mutilados. Los tiene como adornos en su jardín y alguno de abono humano y que por cierto, en ese mismo sitio es donde crecen las plantas más bonitas del jardín.

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