
Un zumo de naranja sobre la mesa,
un cenicero echando humo,
el móvil, un vaso,
un cigarrillo siempre encendido,
y un teclado, un pequeño teclado,
y mis dedos moviéndose de un lado a otro,
y mis pensamientos escritos,
y la ventana abierta,
y ruidos de motos
y de pájaros que cantan,
y de fondo el rugir de un coche,
y ese es mi entorno,
y ese mi ambiente,
y es mi confesionario,
y desde aquí,
puedo oír, ver, tocar, sentir,
y sobre todo sentir,
y sentir mis sentimientos,
y también los ajenos,
y yo me desplazo en mi nave del tiempo,
y aterrizo donde quiero,
antes o después de nacer,
o hace 20 años o hace 15 días,
o me proyecto hacia el futuro,
y lanzo globos sonda,
y observo y analizo,
y me quedo con lo que yo quiero,
y todo esto lo hago,
porque yo tengo,
mi propia máquina del tiempo.
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