Haber si ahora voy a cagarla y me vuelvo a mi estado de Marciano. Pues por eso me he tomado un antidepresivo, bueno me lo tomo todos los días y por prescripción psiquiátrica, pero hoy me lo tomé en principio como si esa pastilla fuera a mejorar mi estado de ánimo. Ya se sabe como si la medicación fuera automática y me pusiera las pilas de la "normalidad". Y hablando de normalidades, me acuerdo que cuando estuve encerrado en el psiquiátrico y con mil cadenas pastilleras, que me dejaban más tonto de lo que soy, pues muchas conversaciones que teníamos entre los huéspedes del loquero, giraban el como volver al mundo "normal".
Pues volver a ese mundo normal era como una prueba de fuego. Allí dentro sólo se hablaba del como estaba uno y afloraban los pensamientos más personales y más íntimos y sólo pensar que había que salir de nuevo a la selva y eso era para nosotros la sociedad, una puta selva llena de peligros y en donde te tenías que poner la máscara de ir seguro por la vida y por tanto no mostrar ni un gramo de duda, ni siquiera dejar que se transmitieran los sentimientos o por lo menos que no los leyeran en tú cara o en tú mirada o en tus gestos, pues que era una cosa demasiado fuerte y quizá la mayor preocupación del personal del loquero.
Parece mentira que después vivimos en el día a día y no nos damos cuenta de nuestro funcionamiento. Y es que hablar en ésta sociedad y tal como está montada de tus verdaderos sentimientos es como echarte un jarro de agua fría o dicho de otro modo, es como pedir que te disparen. Ya se sabe que si hablas de sentimientos es que eres un tío débil y quizá un poco mariquita y es que los hombres de verdad, deben hablar de fútbol, de mecánica de la que siempre se habla y de la que nunca se hace nada y de mujeres e inventarte que follas a todas horas y en todos los días. Así somos los humanos, más fantasmas que el mismo fantasma de la Ópera.
Pues volver a ese mundo normal era como una prueba de fuego. Allí dentro sólo se hablaba del como estaba uno y afloraban los pensamientos más personales y más íntimos y sólo pensar que había que salir de nuevo a la selva y eso era para nosotros la sociedad, una puta selva llena de peligros y en donde te tenías que poner la máscara de ir seguro por la vida y por tanto no mostrar ni un gramo de duda, ni siquiera dejar que se transmitieran los sentimientos o por lo menos que no los leyeran en tú cara o en tú mirada o en tus gestos, pues que era una cosa demasiado fuerte y quizá la mayor preocupación del personal del loquero.Parece mentira que después vivimos en el día a día y no nos damos cuenta de nuestro funcionamiento. Y es que hablar en ésta sociedad y tal como está montada de tus verdaderos sentimientos es como echarte un jarro de agua fría o dicho de otro modo, es como pedir que te disparen. Ya se sabe que si hablas de sentimientos es que eres un tío débil y quizá un poco mariquita y es que los hombres de verdad, deben hablar de fútbol, de mecánica de la que siempre se habla y de la que nunca se hace nada y de mujeres e inventarte que follas a todas horas y en todos los días. Así somos los humanos, más fantasmas que el mismo fantasma de la Ópera.
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