LOS CURITAS

Podía contaros un cuento, pero ya tengo bastante con el mío. Porque hoy si tuve problemas, pero no problemas estructurales o de fondo, sino que fueron problemas organizativos. Tengo que hacer un cursillo de organización y como se deben apuntar las cosas y verlas y acordarte de que las has visto y así organizarme en el día a día. Parece fácil y quizá lo sea, pero a mi me resulta muy dificultoso y puede ser que sea un déficit con el que he nacido o una tara que adquirí en el Colegio de los Maristas. Pues yo estudié de pequeñito con esos entrañables curas, pues eran tan entrañables porque todo a su alrededor era cariño y  quizá la culpa fue mía y por no saber percibir lo cariñosos que eran.

Y lo eran tanto que hasta te daban caricias con sus manos y con sus puños y en forma de bofetadas y de puñetazos, pero eso sí, con mucho afecto y cariño. También usaban el pito con que silbaban y para llamar al orden y una regla para que con mucho cariño,darte en plena cabeza o en la punta de los dedos. Iba a decir en la punta de otra cosa, pero a esa colita algunos curas intentaban llegar con su mano cariñosa y a través de los pantalones. ¡Menuda panda de frikis vestidos de curitas!. ¡Y cuanto aprendí con ellos!, pues aprendí a no fiarme de nada, aprendí a cogerle odio a lo que llevara  sotana, aprendí a mentir y para salvar mi cuello o mi cara o mi vida. Y aprendí a que hay mucho desgraciado vestido de cuervo.

Todo lo que aprendí con los curitas, al año se borró ipsofacto, bueno al año, ¡al mes!. Hasta me olvidé de recitar el rosario, ese que cada mañana y después de comer nos tocaba recitar como papagayos. Y Dios te salve María... y es verdad, es mejor que Dios te salve de caer en sus garras y no hace falta que te llames María. Ni Dios puso un cura en la tierra, Dios solo puso unos principios generales y después vinieron los Curitas terrenales y a decirnos lo que está bien y lo que está mal y mientras ellos, follando, bebiendo y hasta
metiendo mano a los niños y por supuesto, riéndose del resto de los mortales. ¡Joder, qué bonitos recuerdos tengo!.

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JULIO CORTÁZAR