
No perdono,
yo no perdono,
parece que sí y es, no,
y no me olvido de tú cara,
ni de tus palabras
y menos de tus hechos,
y si no te dije nada,
fue por absoluta cobardía,
y por miedo y por mucho miedo,
por miedo a quedar solo,
por miedo a mi mismo,
y por miedo a no conocerme,
y es que nadie me ha presentado,
y yo ante el espejo soy un hombre,
pero en realidad soy blando y soy liviano,
y si sopla del Norte rozo los Trópicos
y me escondo entre los pliegues de tu falda,
y si es viento del Sur,
aparezco en el Ártico,
y cogido a tu mano fría,
pero eso sí,
siempre y siempre, estás tú,
tú y tú quimera de oro,
tú y tus ojos verdes,
tú, que fuiste reina de la tierra,
y ahora eres una sirena,
y eres la misma sirena,
que siempre me despierta,
con el poder de las pesadillas
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