PREJUICIOS

Supongo que generalizar demasiado, no es prudente o por lo menos no es lo lógico. Aunque a veces pecamos de ello y pensamos que el catalán es tacaño y cutre y el gallego desconfiado y el andaluz confianzudo y cada uno con su estigma determinado. Pero que haya ese aire que flota en el ambiente, no quiere decir que todos seamos iguales y el ambienta marca, pero no determina. Influye, eso sí, influye, pero esa influencia somos muy libres de aceptarla o de mandarla a la mierda. Porque en esa elección sí que somos libres para escoger la cara A, la cara B o la cara X

¡Joder!, que un moro no es sinónimo de talibán. Porque puede haber muchos talibanes y muchos más de los que pensamos, pero muchos no lo son todos. Porque a mi me pasa que si veo a un moro y con barbas y chilaba, ya pienso en que es el ayatolá de la película. Un moro, un sudamericano, un argentino y porque estos van a parte de los sudamericanos, un africano y mira que tiene cojones la cosa, que coño tiene que ver un negro sudafricano con un negro Somalí, pues sí que ambos son negros y punto.

Pero yo me dejo llevar por mis prejuicios y entonces pienso que están compinchados y por tanto que pertenecen a la misma célula terrorista. Un continente reducido al color de su piel y no sólo de su piel, también de sus pensamientos. Vamos a ver, que yo no tengo nada que ver con mi vecino, bueno sí un poco, que todos los días me produce arcadas, pero nada más ni nada menos y entonces quién me diga, tío que vives en Es Castell y allí todos son gente rara y extraña y si pienso en mi vecino le digo que sí, pero si pienso en mí, lo mando directamente a tomar por culo.

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JULIO CORTÁZAR