Si te portas bien, te voy a dar un caramelo. Si te portas mal te voy a dar una buena bofetada y ésta siempre me la dieron, llevé hostias por un tubo y en cambio cuando era bueno, se olvidaban muchas veces de darme el caramelo. Así funcionó mi infancia, a base de muchas hostias y de pocos caramelos. Y aún así seguí vivo y para más inri, tengo apetencia por el querer vivir. Pero bueno, no caigamos en demagogias de lo infeliz que fui en mi infancia y porque no es cierto. Siempre tuve sitios escondidos donde explayaba mi creatividad, a veces desbordante.
Siempre encontré un aliado natural, un frondoso árbol frutal, una esquina debajo de la parra, un hueco entre las malas hierbas o entre los maíces o en el mismo pajar que siempre hubo en mi casa. O sea que de infeliz, un cuerno quemado, o sea, nada de nada. Y mi bici, heredada de mi hermano, era como mi tubo de escape, con ella viajé a los sitios más lejanos que hay en la Tierra y digo en la Tierra, cuando en realidad eran los sitios más lejanos del Universo.
Es que es verdad que hay mundos paralelos y menos mal, porque sino si que hubiera sido un niño infeliz. Pero nada, que desde muy pequeño aprendí
a tener otro mundo diferente a nuestra realidad cotidiana. Hay quién a esto, le llama ser un soñador, pues me da igual el nombre que se le ponga, como si se me quiere llamar Autista, el caso es que gracias a la magia de mi imaginación sigo vivito y coleando.
Siempre encontré un aliado natural, un frondoso árbol frutal, una esquina debajo de la parra, un hueco entre las malas hierbas o entre los maíces o en el mismo pajar que siempre hubo en mi casa. O sea que de infeliz, un cuerno quemado, o sea, nada de nada. Y mi bici, heredada de mi hermano, era como mi tubo de escape, con ella viajé a los sitios más lejanos que hay en la Tierra y digo en la Tierra, cuando en realidad eran los sitios más lejanos del Universo.Es que es verdad que hay mundos paralelos y menos mal, porque sino si que hubiera sido un niño infeliz. Pero nada, que desde muy pequeño aprendí
a tener otro mundo diferente a nuestra realidad cotidiana. Hay quién a esto, le llama ser un soñador, pues me da igual el nombre que se le ponga, como si se me quiere llamar Autista, el caso es que gracias a la magia de mi imaginación sigo vivito y coleando.
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