MARTILLEOS

Y ahora tengo de suave y de bonita música de fondo, el sonido de un cincel martilleado con exquisitez. Como me inspiran los golpes ensordecedores, como me ponen a cien y es que es de agradecer que con cada golpe al cincel, un trozo de cerebro se me caiga a los pies. Sonido armonioso como ninguno, sonido a dolor de cabeza y sonido a ecos repetitivos. Pero al mismo tiempo, que bonito suenan, suenan a trabajo humano, a sudor, a polvo, a destrozo y sobre todo que nos recuerda, que nacimos para esto, para jodernos con los ruidos.

Pero bueno, que sería de una obra sin ruidos, sería una mariconada de obra, sería una obra muda y sin que lo destrozado pueda ejercer su derecho a protestar. Porque y ya que me jodes y me destrozas, pues toma jarabe de palo. La venganza que se toma lo material y es que antes, piensa, tú me querías a tu vera y ahora ya es no es que rechaces, es que me haces polvo.Y siempre acabamos en polvo y polvo eres y en polvo te convertirás, dicen las Sagradas Escrituras.

Pues nada, como yo trato de interpretar el mundo, pues mirar por donde, he descubierto que el ruido forma parte de nuestro ser. El ruido, las cebollas, los ajos, los ladrillos, las personas y todo se mezcla y todo se entrejunta y se hace una amalgama tan compacta, que todo al final, tiene una razón de ser. Y ahora hay un momento de silencio y ¡como somos los humanos!, pues estoy echando de menos ese martilleo constante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR