VOLUNTAD Y AMBICIÓN

Sé que no tengo narices, ni huevos para aceptar los fracasos. Quizá fue uno de los problemas más grandes que  tuve a lo largo de mi vida, el no saber aceptar los fracasos. Fracasar, es no cumplir o es no llegar a tu objetivo y esa frustración me producía unas angustias de tamaño gigante. Claro que muchas veces era debido a que los objetivos planteados eran, como decirlo, bastante fantasmas y irreales. A mi de pequeño me educaron con el tener una ambición ciega y ese tipo de ambición es ciega porque, por decirlo de alguna manera, no tienes los pies en el suelo.

Por tanto, todos mis objetivos en la vida eran desmesurados y al ser tan fuera de sitio, nunca los alcanzaba o sea que estaba abocado al fracaso y a sus consecuentes frustraciones. Y además también me educaron en que todo se consigue en ésta vida a base de voluntad. Y hay cosas que sí, pero hay millones que no y si te basas solo en la voluntad y no en que ese objetivo sea real y medianamente alcanzable, llevarás unas hostias bestiales. La ambición ciega y la voluntad voluntariosa, fueron mis dos pilares educacionales principales.

Y claro, bajo éste punto de vista, lo que no alcanzabas era por culpa de ti y solo de ti, y por no poner la dosis suficiente de voluntad y de ambición ciega. No se miraba el objetivo, no se analizaba, no se ponía en duda y entonces mi educación de niño fue tirando a la frustración, pues sinceramente incumplía casi todos mis objetivos.Tarde muchos años en darme cuenta de esto y ahora me siento liberado de esa cadena impuesta. Ahora digo, ¡que le den por el culo a la ambición desmedida, a la férrea voluntad y al mundo de frustraciones!
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JULIO CORTÁZAR