
No hay nostalgia en modo no estar,
hay sólo un paisaje lunar
y piedras y mar,
y el faro que lucía su torso desnudo,
y las culebras que supongo que por allí, habría
y los pájaros y los insectos,
y alguna gaviota emitiendo desesperados graznidos.
Y donde no había casi nada
aparece un mundo,
un mundo que no es nuevo
y porque estaba, ahí.
Era cuestión de levantar una piedra
o de tirarla al más allá.
Era cuestión de ponerse a gritar
o de aplaudir al viento
y toda esa vida escondida
saldría dispuesta a invitarte
a que te fueras y que por favor
¡no volvieras!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario