EL PORQUÉ Y LOS PORQUÉS


La eterna pregunta de la vida, son los PORQUÉS: ¿Porqué me pasa esto?,

¿Porqué hemos nacido?,

¿porqué somos malos y algunos son unos hijos de puta?,

¿porqué he nacido en Vigo y no en Estocolmo?,

¿porqué hay que comer, dormir, cagar, mear, reír, llorar, sufrir?

en fin y hablemos del porqué definitivo...

¿porqué nadie me quiere?.

Claro que si eres muy religioso y tienes fe en el no sé qué que sea eso, lo tienes muy fácil y la respuesta es tan simple que me hace casi reír: "porque dios o nuestro señor nos hizo así" y yo podía añadir, así de cretinos (pero no quiero insultar a nadie). Y si eres de la cara oculta de la luna o sea, agnóstico, ateo o como se diga, lo tienes super difícil y porque los porqués no pararán de fluir por tu cabeza maligna, pecaminosa y obscena y si al nacer ya tienes unos cuantos porqués, al morir, el cielo, la tierra, el sol y la luna se cubren de una inmensa muralla de PORQUÉS.

Porque los PORQUÉS son infinitos y todo es susceptible de ponerle el sello del PORQUÉ.
Por eso y para que no te arda el coco y se te quemen todas las neuronas en una sucesión catastrófica, hay que saber moderarse con los PORQUÉS. Y hay métodos científicos que aconsejan hacerse un solo PORQUÉ al día y si es de buena mañanita, mucho mejor. Y yo padezco y sufro esa sucesión endemoniada de PORQUÉS y tanto me lo pregunto que hasta el Facebook me tiene cachado y pillado y dice que la palabra que más uso en mis escritos, poemas y demás tonterías, es el PORQUÉ.
Claro que yo también uso mucho el PORQUÉ con otros usos culturales y por eso, uso muchos PORQUÉS viscerales y abuso del PORQUÉ me sale de los cojones o de los huevos o de las narices o de las pantorrillas o de las mismas y profundas entrañas. Y ese constante pensamiento nunca me abandona (como el desodorante) y por eso mismo no os aconsejo que abuséis de él y por la simple razón de que podéis padecer las mismas dolencias que yo y al final te vuelves obsesivo con el tema y acabas preguntándote el PORQUÉ del PORQUÉ del PORQUÉ de todo...

 





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JULIO CORTÁZAR