Paro, paro y paro, y sigo pariendo,
y lo hago como una parturienta multípara,
de uno en uno y con sumo cuidado.
lo único malo es cuando me atranco,
entonces, se me acaba la paciencia,
y el parto queda suspendido,
suspendido como un hilo en el tiempo.
Noto y siento que aquí, en donde estoy,
no tengo otro entretenimiento,
que el jugar con el sentido de las palabras,
y además que remedio me queda,
si quiero escribir hay que estar aquí,
aquí, al pie del cañón,
y siempre dispuesto.
Me canso de tanta palabrería,
y de intentar dar sentido a mi vida,
es más, me siento agotado,
y siento como las palabras pasan de mi,
y como se van a jugar sin mí, una partida al mus.
Tanta palabrería vana y vacía,
tanto sinsentido diarreico,
tanto hablar y nada que hacer,
yo quiero hechos, hechos reales,
hechos que se palpen,
hechos con dos tetas como dos carretas,
en fin, hechos con forma y materia,
y hechos a la medida de cada uno.
A veces dudo de mi palabra,
o es al revés y la palabra es la que duda de mi,
el caso es que los dos dudamos,
y entonces nos enfadamos,
y yo me voy o ella es la que se va,
pero ninguno de los dos se queda,
y al final dudo mucho más,
porque, en definitiva,
no sé quién es, el que realmente se va.
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