¡PARA! (Poema)

Quien me para hoy,
quien osa  intentarlo,
y quien me desafía,
 y me dice: para.

Quien se atreve,
quien me levanta su mano,
o quien me dice simplemente algo,
aunque sea una sóla palabra,
una maldita y única palabra,
o me haga una mueca,
o se ria a mis espaldas,
o quien me tose o me dice algo.

Nadie me va a parar,
pues ahora ya es tarde,
es demasiado tarde,
pues el tren ya pasó de estación,
y a su último vagón, ya ni siquiera se le oye.

Si yo me paro, yo me muero,
me quedaría como estatua de sal,
y seguro que cerca del mar Muerto,
alli tieso en medio de la nada,
allí perdido entre las arenas del desierto,
muerto y devorado por los buitres y las hienas.

 Así que si me pierdo,
buscaré un alma caritativa,
alguien que se interese por lo que soy,
y también por lo que  escribo,
alguien que me comprenda,
o por lo menos que me entienda,
alguien cercano y a la vez lejano,
algo sin forma y sin cuerpo,
algo etéreo y divino,
en fin, algo que no exista,
pero que se atreva a decirme la palabra mágica:
¡PARA!, ¡PARA! y ¡PARA!

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