¿Adonde vas?,
adonde vas alma bendita,
quién te dijo que ese era el camino,
quién te engañó y te mintió,
y quién osó rozar tú piel con su mano,
¿quien fué?.
O tal vez no fue nadie,
y eres tú misma la que lo decidiste,
y entonces me callo y sello mi boca,
y no pienso, y no digo,
y ni veo, ni huelo, ni oigo,
y me convierto en una momia egipcia,
y me entierro en mi propio cementerio,
y me olvido de que un día yo te quise,
y que los dos ardimos como cerillas,
y que nos revolcamos entre sábanas sucias,
sábanas mojadas de sudores,
y empapadas de pasiones.
Recuerdo aquél dia,
o fueron dos, yo que sé, los que fueron,
me acuerdo del balcón de la habitación,
y de las calles y de los árboles,
y me acuerdo tan fuerte,
que sólo pensarlo me hace daño,
y que esas mariposas que no eran,
y que flotaban alrededor de nuestras cabezas,
eran multicolores, igual que tú vestido,
o eran tús ojos los que irradiaban,
yo que sé, es todo confuso,
o quizá fueran mis ojos verdes,
los que querían alucinar,
con las fiestas de las flores,
o era en el parque Genovés,
o en la Alameda de Santiago,
o era la Rambla o cerca de ella,
o eran todas a la vez.
Confundo ciudades y rios,
montañas con montículos,
y los océanos con los mares,
y en realidad, estuve en todos ellos,
y sólo confundo nombres y personas,
y amores con dolores,
y los olores con los sabores,
lo que sé, y lo sé porque lo siento,
es que nadie puede arrebatarme,
lo que yo siento, ni ahora ni nunca.
Lo que yo llevo dentro,
sólo será pasto de las llamas,
y sólo mis cenizas,
y el pequeño cofre que las proteja,
sabrán que yo te quise un día,
o ¿fueron dos?,
ahora ya ni me acuerdo.
adonde vas alma bendita,
quién te dijo que ese era el camino,
quién te engañó y te mintió,
y quién osó rozar tú piel con su mano,
¿quien fué?.
O tal vez no fue nadie,
y eres tú misma la que lo decidiste,
y entonces me callo y sello mi boca,
y no pienso, y no digo,
y ni veo, ni huelo, ni oigo,
y me convierto en una momia egipcia,
y me entierro en mi propio cementerio,
y me olvido de que un día yo te quise,
y que los dos ardimos como cerillas,
y que nos revolcamos entre sábanas sucias,
sábanas mojadas de sudores,
y empapadas de pasiones.
Recuerdo aquél dia,
o fueron dos, yo que sé, los que fueron,
me acuerdo del balcón de la habitación,
y de las calles y de los árboles,
y me acuerdo tan fuerte,
que sólo pensarlo me hace daño,
y que esas mariposas que no eran,
y que flotaban alrededor de nuestras cabezas,
eran multicolores, igual que tú vestido,
o eran tús ojos los que irradiaban,
yo que sé, es todo confuso,
o quizá fueran mis ojos verdes,
los que querían alucinar,
con las fiestas de las flores,
o era en el parque Genovés,
o en la Alameda de Santiago,
o era la Rambla o cerca de ella,
o eran todas a la vez.
Confundo ciudades y rios,
montañas con montículos,
y los océanos con los mares,
y en realidad, estuve en todos ellos,
y sólo confundo nombres y personas,
y amores con dolores,
y los olores con los sabores,
lo que sé, y lo sé porque lo siento,
es que nadie puede arrebatarme,
lo que yo siento, ni ahora ni nunca.
Lo que yo llevo dentro,
sólo será pasto de las llamas,
y sólo mis cenizas,
y el pequeño cofre que las proteja,
sabrán que yo te quise un día,
o ¿fueron dos?,
ahora ya ni me acuerdo.

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