Nacer y morir, son dos acontecimentos oficiales y a la vez son dos saltos cualitativos, naces y te mueres, los dos saltos más grandes que uno puede dar: el principio y el fina de tú existencial. El resto de acontecimientos que pasan por tú vida, ya son variables y pueden o no pueden ser saltos cualitativos. Para mi casarme fue un salto cualitativo, fue una boda gitana que duró tres días. Pero no lo fué, por la duración de la boda y porque lo pasara muy bien, sino en las condiciones en que lo hice, lo hice enamorado y con todas las ganas del mundo. Por esa razón fue un salto mortal y mi vida cambió radicalmente a raíz de ello. Como también lo fué, el tener hijos y más si fueron tres en dos años y medio. Lo curioso que en el nacimiento de cada uno, tuve una fase de preocupación existencial y por tanto de agobio, no me sentía una persona lo suficientemente madura para ser padre y me preocupaba que no diera la talla.
Ahora han pasado muchos años y veo que si la dí, aunque a base de hostias dialécticas, pues hubo momentos en que arrojé la toalla y a punto estuve de rendirme, pero debe haber algo instintivo en relación a ser padre, algo que me hizo salir de mis propias cenizas, como el ave Fénix o en éste caso, como el ave Bruno. Y aqui estoy y habiendo pasado otros dos momentos transcendentales en mi vida: el haber pasado por un loquero y dos veces y la situación del divorcio. Dos momentos duros y tan duros, que ahora ya han pasado y sólo quedan los recuerdos y las enseñanzas aprendidas, el aprendizaje entre rejas y entre grandes muros,y el descerebre a que te someten, y las fases por las que pasas. Pero éste es tema para otro momento. ¡Queda tanto por contar!.

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