ARREPENTIMIENTOS

Si tengo que arrepentirme de algo, es de haber nacido. Porque una vez salido al mundo ya no hay vuelta atrás y es más una vez visto lo que hay, ya no quieres involucionarte. Te quedas con la película de la vida y aunque pases por momentos difíciles, ya quieres seguir viviendo tu película. Y la mía es bonita, dura y fría a veces y en otras es espléndida. Por tanto no me arrepiento de seguir viviendo. Hay cosas que eliminarías y cambiarías hasta el escenario y a lo mejor pondrías a otro protagonista y tu pasarías a un segundo plano. Porque meter la pata, lo hacemos todos y hablar cuando debes estar callado y reír cuando se debe llorar o al revés, también.

Yo he metido gazapos históricos o sea he metido la pata hasta las trancas. Pero lo que más me molesta de mi existencia, es cuando la mentira formaba parte de mi vida. Mentía más que respiraba y no penséis que mentir es tan difícil. Mentir es solo empezar a mentir, después las mentiras se deslizan solas.Y siempre se acaba en lo mismo, primero te mientes a ti mismo y lo haces por miedos e inseguridades. Después ya es fácil mentir a los demás. Pero las mentiras siempre se atropellan y llega un momento en que ya no sabes distinguir entre la verdad y la mentira.

Y llegado ese momento, lo falso y lo superfluo forman parte de tu ADN. No hay mentiras piadosas, solo hay mentiras cobardes. Pues la mentira es un acto de cobardía, aunque a veces se le disfrace de mentira humanitaria. Y mi amplia experiencia en éstas lides, me dice que más vale la verdad cruda que aplazarla a base de mentiras. Todo es más sencillo con la verdad por delante, ¡todo!. Y si la verdad es dolorosa, pues para eso está el dolor, para dar la alarma de que algo pasa.

Evitar lo ineludible no es lo más recomendable. Lo ineludible debe afrontarse y mejor si se hace de cara y mirando a los ojos. Los ojos lo dicen todo, dicen más que mil palabras y si se miran a fondo se verá que la verdad está clavada en el fondo retiniano. Pero la verdad verdadera, es que no me arrepiento y para nada, de mi existencia.
¡Yo volvería a vivir unas cuantas veces más!.

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JULIO CORTÁZAR