
Toco el cristal de tu alma.
y allí no acude nadie,
vuelvo a tocar en tu corazón,
y solo escucho latidos y latidos,
y tampoco hay nadie que me hable,
e insisto y llamo a tu puerta,
y ni siquiera tus fantasmas me dicen nada.
Vacío y vacío,
vacío de sentimientos,
vacío de filosofía,
vacío de todo,
vacío de vida.
Y no sé si seguir llamando a tu puerta,
y no sé si dejar que pase el tiempo,
y quizá y solo quizá,
algún día me abras la puerta
o des un salto hacia delante,
y me abraces y me quieras,
y me escuches,
pues es eso, ¡lo que necesito!,
que me oigas decir palabras bonitas,
palabras tiernas y sinceras,
palabras dulces y envolventes,
palabras en definitiva,
que canten a la vida,
y mientras yo te espero,
yo las moldeo,
y así sé,
que un día te colmaré con mis
deseos.
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