Puede que yo me engañe, puede. Puede que lo que diga sea mentira, puede. Puede que lo que pienso, sea flor de un día, puede. Puede que si y puede que no, puede que mientras escribo estén pasando cosas alucinantes y por tanto, me las estoy perdiendo. Pero es de rigor ser justo de medida y pienso que mientras escribo no pasa casi nada. No creo que me pierda asuntos interesantes, en tal caso pasan algunos asuntos cotidianos. No creo en las explosiones de las emociones, pues creo más en los pequeños detalles.
Hoy tengo el detalle de regalarte una flor, hoy tengo el detalle de traerte el desayuno y eso suma y suma y puede que a base de detalles lleguen las explosiones. Pero en ese orden y no en el contrario. Aunque a veces, es verdad que las cosas te sorprenden y cuando menos te lo esperas salta la liebre. Y entonces lo inesperado se hace real y toma su protagonismo. Y se instala el caos, pero el caos bueno, el que te desordena pero que te hace sentir lo que nunca sentiste.
Siempre es cuestión de sentimientos. Y si estos son fuertes, sólidos y sobre todo alucinantes, el orden de las cosas se va al carajo. Entonces concluyo, que si se tiene la oportunidad de sentir a fondo, hay que tirarse a la piscina y dejarse de orden y de detalles y de lo que va antes, solo hay que dejarse llevar por la corriente que producen los sentimientos. Es fácil de hablar y de decir, pero no es tan fácil de cumplir. Hay tantos obstáculos y prejuicios que quizá lo más sencillo es tropezar. Pero para eso estamos, para levantarnos de nuevo y seguir la senda que marcan los sentimientos.
Hoy tengo el detalle de regalarte una flor, hoy tengo el detalle de traerte el desayuno y eso suma y suma y puede que a base de detalles lleguen las explosiones. Pero en ese orden y no en el contrario. Aunque a veces, es verdad que las cosas te sorprenden y cuando menos te lo esperas salta la liebre. Y entonces lo inesperado se hace real y toma su protagonismo. Y se instala el caos, pero el caos bueno, el que te desordena pero que te hace sentir lo que nunca sentiste.Siempre es cuestión de sentimientos. Y si estos son fuertes, sólidos y sobre todo alucinantes, el orden de las cosas se va al carajo. Entonces concluyo, que si se tiene la oportunidad de sentir a fondo, hay que tirarse a la piscina y dejarse de orden y de detalles y de lo que va antes, solo hay que dejarse llevar por la corriente que producen los sentimientos. Es fácil de hablar y de decir, pero no es tan fácil de cumplir. Hay tantos obstáculos y prejuicios que quizá lo más sencillo es tropezar. Pero para eso estamos, para levantarnos de nuevo y seguir la senda que marcan los sentimientos.
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