UN SER HUMANO

Quizá sea verdad, que no pase de nada. Pues todo me duele y me escuece y todo me hace daño. Puedo parecer duro y frío y en realidad soy hielo que se derrite. Fui duro en mis principios, duro y despiadado, pero el tiempo, oh¡ el tiempo, el tiempo ablanda hasta las carnes más duras. ¿Que fue de aquella frialdad?, ¿qué fue de aquella precisión de cirujano?. Ahora tiemblo como una hoja seca y tengo necesidad de rodearme de cosas cálidas y humanas.

Me estaré dejando llevar por los sentidos y eso me hace ser extremadamente sensible. ¿O sensiblero?, puede que haya de las dos cosas, y que sea sensible con el factor humano y sensiblero con los sentimientos. Ahora soy capaz de llorar y lloro si me pellizco con fuerza. Antes aguantaba las lágrimas y me callaba la boca. Será la edad o será que ahora soy un ser poroso a los sentimientos. Es curioso lo que digo, con la edad es más fácil tocarme la fibra sensible y eso no deja de ser curioso.

Ahora me duele el alma y me duele por sentir sin principios y es que me duele alma hasta cuando veo un bello paisaje. La naturaleza ha llamado a mi puerta y me ha dado vía libre y por ello puedo sentir y palpar todo lo que veo y sobre todo hacerlo mío. Me integro dentro de la naturaleza y conjuro mi alma con la belleza. Soy así y ya no tengo remedio y ahora soy pusilánime y sensible y cuando veo al mar cabreado, yo me cabreo y cuando el viento se altera, yo me vuelvo loco. Podía ser de otra forma, podía, pero el caso es que yo, soy un ser humano.

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JULIO CORTÁZAR