Cuando un otoño me inunde de coloresy pueda dormir sobre un colchón de
hojas caducas,
entonces y solo entonces,
diré que he cumplido mi sueño,
mi sueño de colores amarillos y ocres,
y un río caudaloso que casi sale de su
cauce,
y encinas y alcornoques,
y olmos que se inclinan
y casi tocan el espejo del agua,
y yo en una orilla,
de pie y con la mirada perdida,
y tengo siempre el mismo pensamiento,
quiero, quiero y quiero,
y quiero abrazar la vida,
y darle un beso en la boca a esa estación,
a esa misma estación que se llama: OTOÑO.
Yo si pudiera le haría una estatua,
y también un monumento de plata,
o algo que enalteciera su belleza,
pero algo sincero,
algo que despierte las penas,
y algo que levante la tierra,
y envuelva ese manto verde y húmedo,
en una alfombra de hojas y de flores,
y yo mientras tanto, sigo el curso del río,
y veo renacuajos y remolinos,
y un salmón salta, y salta cuando yo salto,
es sinergia o es empatía,
no lo sé y no lo sé,
porque lo que yo sé,
es que en el otoño,
soy el hombre más feliz de la tierra.
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