Perdí muchas cosas en los trasiegos de casas, pero estoy seguro que los perdería igual, pues esta dentro de mi ADN, el que tengo que ir perdiendo lo que más quise. Me esforcé muchas veces en vivir el día a día y para que los mejores y peores recuerdos se borraran de mi memoria. Los recuerdos me hacían mucho daño, y yo no superaba las etapas, ni pasaba de página, simplemente la página quedaba en el mismo sitio en que se había quedado y mis esfuerzos se dirigían a olvidar que esos recuerdos existían.Pasar página, nunca, cambiar de libro, menos, en tal caso unía libros y páginas en el acordeón de mis historias y pensamientos. Esperando que el paso tiempo fuera mi aliado y mi amigo y que los años apagaran esa llama. Lejos quedan los días de vivir al día, pues alguna vez si lo conseguí y supe disfrutar del momento, pero lo malo, es que pensaba que eso tenía una aplicación universal o como se dice ahora, corta y pega y corta y pega. Pero la memoria es traicionera, parece que está muerta y en realidad está en estado latente o está hibernando y cuando ella quiere, muestra sus brotes verdes y flas¡ sale y te paraliza.
Pensé muchas veces, que tenía superada una relación y en cambio, pasaron años y años y vinieron fotografías y momentos placenteros. Aunque hubo más veces que me pasó al revés, tuve rebrotes de momentos malos y de situaciones límite. Yo creo que estos últimos, son los que me han echo más daño, los buenos suelen tiernos y entrañables, en cambio los malos, son púas de acero que se clavan en el alma. Y después vuelven y vuelven, te retuercen las tripas y dan un dolor visceral, profundo y ancestral. Y al final, todo carece de sentido, por un lado vives lo que viviste hace muchos años y por el otro, la realidad es otra cosa bien distinta y por tanto se dan de bruces entre ellas y tú en el medio y como un alma que pena.Es una especie de esquizofrenia galopante, pues del pasado es casi imposible resolver algo y en tal caso, solo sufres por dos veces, revives tus anteriores penas y te das cuenta, que ahora eres impotente para resolverlas. Y después que todo esto, te enturbia la mente y te hace espeso en el día a día. Yo intenté una vez resolver un asunto ya muy pasado en el tiempo y salí trasquilado. Normal, pues yo lo viví con la misma fuerza pasional de aquél momento y vas y le dices a la otra persona y que a lo mejor está en la inopia o está en otro libro distinto, pues ¡tía! de aquellas hiciste esto y lo otro y yo me sentí de ésta forma y claro, lo más fácil del caso y como pasó, es que me mandó a la mierda, bueno no dijo nada, pero como si lo hubiera dicho y además estoy seguro de su último pensamiento: ¡qué pirado estás, mi querido Bruno!.
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