ASÍ ES LA VIDA Y ASÍ OS LO CUENTO

Una cabezadita de media hora y ya de nuevo estoy vivo. He caído en un sueño superficial y corto, pero el suficiente para cargar las pilas. Yo creo que era más que tenía el cuerpo destemplado y es lo que me hizo meterme debajo de las sábanas de mi cama. O a lo mejor simplemente añoraba mi cama, pues no es lo mismo dormir en cama ajena y comunitaria, que dormir en la tuya. Mi cama ya está amoldada a mis posturas, aparte que por supuesto es mejor cama que la que tengo en las guardias. Mejor colchón, mejor somier, mejor almohada y mejores sábanas.

En fin, cada uno conoce su cuerpo y su cama y sabe de lo que estoy hablando. Sabe la altura de su almohada y si tiene que doblarla o no, sabe lo que tiene que ponerse encima de ella y si necesita un complemento en los pies. Y bueno es muy distinto dormir con el uniforme puesto, que dormir con tú pijama, eso ya es la hostia de diferente. El uniforme rasca y pica y es como bastante asqueroso dormir con lo que todo el día  llevas encima.  Y con los calcetines puestos, pues así si te llaman solo tienes que ponerte y abrocharte las botas y ¡hala! a salir corriendo.

Bueno correr correr tampoco, pero si hacerlo a paso ligero y rápido. Lo de ir corriendo aprendí a no hacerlo en una playa, pues ese día y en cuanto nos vieron un par de histéricos, que además no tenían nada que ver con la película, cogieron y se pusieron a gritar: "Venga hostia daros prisa, no veis que el tío está fatal" y ellos sin realmente saber como se encontraba el tío y nosotros como imbéciles les hicimos caso y nos pusimos a correr por la arena con todo el material encima y que pasa una tonelada y media, pues eso que corrimos unos 500 metros y llegamos casi muertos a la asistencia. Encima era una mierda de herida lo que tenía el tío, pero entre los 3 casi nos cepillamos la bombona de oxígeno.

             Por 20 segundos de diferencia, llegas enterito y bien centrado y no asfixiado. Pero ya se sabe que a las playas va todo tipo de ganado y a veces sueltan a alguno asalvajado y bravo. Era como ir a algunos barrios determinados y donde si íbamos solos, nos robaban desde la última pastilla  hasta la camilla, aparte de los intentos de agresión que sufríamos . Y entonces había que esperar al borde o al límite del barrio a que llegara la pasma y después ir en procesión, primero la pasma abriendo camino y después nosotros y al final, se tenía que quedar un policía guardando la Ambulancia. Así es la vida y así os lo cuento.

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JULIO CORTÁZAR